El azafrán iraní que se hace pasar por español amenaza a la producción
de Teruel
Era vox pópuli entre los pequeños productores turolenses, pero por su escaso peso y la necesidad de reinvertir todos sus recursos económicos en seguir recuperando el cultivo del azafrán en el Jiloca, hasta ahora no habían tenido medios científicos para demostrarlo. Hasta que alguien les ha echado una mano.
Un estudio liderado por el investigador de la Universidad de Valencia Josep Rupert junto con científicos de la Universidad de Química y Tecnología de Praga ha descubierto que aproximadamente la mitad del azafrán etiquetado como español no ha sido en realidad cultivado en el país, sino importado, fundamentalmente desde Irán, y tratado y envasado en España.
Una información que no aparece en el etiquetado homologado que llega a los consumidores y que a la postre supone una competencia desleal para los productores autóctonos, ubicados en su mayoría en Castilla La Mancha, pero también en Teruel, donde el cotizado oro rojo se ha vuelto a explotar poco a poco en los últimos veinte años tras perderse prácticamente lo que antaño era una importante fuente de ingresos para la zona.
Para llegar a estas conclusiones en el estudio, publicado en la revista 'Food Chemistry', el grupo de investigadores ha analizado 44 productos diferentes de azafrán exportados como españoles de los que 26 han resultado no ser tales tras analizarse la huella digital química de la especia.
La nueva técnica permite diferenciar distintos tipos de azafranes: el certificado con la denominación de origen protegida de La Mancha o el procedente de Aragón y de otras partes de España y aquel etiquetado como azafrán español que, a pesar del nombre, es de origen desconocido, aunque muy probablemente empaquetado en nuestro país por distribuidoras nacionales.
“Muy probablemente se compra azafrán de peor calidad y a un precio mucho más bajo en otros países (como Marruecos, Irán o India, según nuestros datos), y después se envasa y vende como español ese azafrán de origen desconocido, un fraude que juega con la confianza del consumidor”, señala una nota en referencia al trabajo publicada por la Universidad de Valencia.
La técnica desarrollada por los científicos checos y españoles ha confirmado que los azafranes etiquetados como procedentes de Aragón y La Mancha sí se cultivaron y procesaron en España, a diferencia de los otros, que contaban con pequeñas moléculas que no cuadraban con los patrones preestablecidos en la investigación.
Los productores de Teruel esperan que sirva para dar luz al fraude
“Al ser un producto tan cotizado, los fraudes en nuestro sector son más que habituales por desgracia”, se lamenta José Ramón Plumed, gerente de Azafranes del Jiloca, empresa que esta campaña ha producido 8 kilos de la especia, que se puede llegar a cotizar entre 2.500 y 3.000 euros el kilo en el precio que se paga al productor e incluso doblarse cuando llega a los supermercados y las tiendas gourmet.
Según Plumed, la inmensa mayoría de este azafrán etiquetado como español procede de Irán, país que produce cerca del 95% de todo el cultivo mundial, y es envasado por importantes plantas.
“No teníamos pruebas científicas de esto aunque sí que lo sospechábamos. Ahora esperemos que este sistema de identificación pueda ser económico y que las autoridades tomen cartas en el asunto”.
Durante los años 80 el cultivo de azafrán en el Jiloca se perdió casi por completo.
Para hacerse una idea, en 1914 se producían en Aragón 36.000 kilos, y un siglo más tarde, en 2014, solo se obtenían 10.
Ahora, los pequeños productores turolenses, agrupados en la asociación Azaji, han conseguido doblar el número de hectáreas dedicadas y esta campaña se estima que si todo va bien se ronden los 25 kilos de producción.
Hacen falta entre 150 y 200 flores para conseguir un solo gramo, de ahí su precio, y de ahí también que los producidos en España -segundo productor mundial, aunque a mucha distancia de Irán- se hayan intentado posicionar en el mercado por medio de la calidad y el cuidado.
No en vano, la gran mayoría de los productores turolenses han sido catalogados en los últimos años como productores ecológicos, una forma más de conseguir una diferenciación, y que además eleva el precio del gramo en
el mercado en torno a un 40%. “Es una de las pocas vías que nos han dejado para diferenciarnos porque obviamente es mucho más barato producir en Irán que aquí.
tomado de: Fraude Iraní con el Azafran